Cuando hablamos de fibra óptica, lo primero que suele venir a la mente es velocidad. Y no es para menos: gracias a esta tecnología hoy podemos disfrutar de conexiones que parecían impensables hace apenas unas décadas. Pero detrás de esa rapidez y estabilidad no solo hay innovación digital, sino también un trabajo de ingeniería impresionante en algo tan delgado como un cable.

Los cables de fibra óptica no son simples hilos, son auténticas autopistas de luz diseñadas con varias capas de materiales que trabajan en conjunto para proteger, guiar y mantener la calidad de la señal. Vamos a adentrarnos en sus entrañas para entender cómo funcionan y por qué son la columna vertebral de las telecomunicaciones modernas.

Núcleo: el corazón luminoso

El núcleo (core) es la parte más delicada y esencial del cable. Es por donde viaja la luz que transporta la información. Está hecho de vidrio ultra puro (sílice) o de un plástico especial en ciertos tipos de fibra.

Su tamaño varía dependiendo del tipo de fibra:

  • Fibra monomodo (SMF): con un diámetro de unos 8–10 micrómetros, permite que la luz viaje en un solo modo o rayo. Gracias a esto, se reduce la dispersión de la señal, lo que la hace ideal para grandes distancias y aplicaciones de alta velocidad.
  • Fibra multimodo (MMF): con un diámetro mayor, de 50 o 62,5 micrómetros, deja pasar varios modos de luz a la vez. Es más económica y se utiliza en distancias cortas, como redes dentro de edificios o centros de datos.

Podemos decir que el núcleo es el “carril principal” por donde circula toda la información que llega a nuestros hogares o empresas.

Revestimiento óptico: el guardián de la luz

Alrededor del núcleo se encuentra el revestimiento óptico (cladding). Aunque a simple vista pueda parecer una capa más, su función es vital: está diseñado con un índice de refracción distinto al del núcleo para que la luz no se escape.

Gracias al fenómeno de la reflexión interna total, la señal rebota constantemente dentro del núcleo, viajando sin perder intensidad hasta llegar a su destino. Este principio físico es lo que convierte a la fibra óptica en una tecnología tan eficiente para transmitir datos.

Revestimiento primario: la primera línea de defensa

La fibra en sí es extremadamente frágil. Un simple roce o un ligero doblez podría afectar su desempeño. Aquí entra en juego el revestimiento primario (buffer coating), una capa de plástico acrílico que protege la fibra frente a golpes, humedad y microcurvaturas.

Podemos verlo como el “escudo personal” del núcleo y el revestimiento óptico: invisible para nosotros, pero indispensable para que la señal siga siendo perfecta.

Elementos de refuerzo: la fuerza oculta

Si un cable de fibra óptica fuese solo vidrio y plástico, se rompería con facilidad. Para evitarlo, se añaden elementos de refuerzo como Kevlar (fibra de aramida), hilos de acero o fibra de vidrio.

Estos materiales no transmiten la luz, pero garantizan la resistencia mecánica, evitando que la fibra se parta al estirarse o manipularse durante su instalación. Es como si dentro del cable convivieran músculo y delicadeza en perfecto equilibrio.

Cubierta externa: el escudo contra el mundo exterior

La última capa, y la única que solemos ver, es la cubierta externa (jacket). Está fabricada con plásticos resistentes como PVC, polietileno o compuestos especiales como el LSZH (Low Smoke Zero Halogen), que se utiliza en interiores para reducir la emisión de humo y gases tóxicos en caso de incendio.

Su misión es proteger al cable frente a la abrasión, los rayos UV, la humedad, productos químicos e incluso los cambios de temperatura. En definitiva, es la armadura que asegura que el resto de capas cumplan su función sin interferencias.

Un todo perfectamente diseñado

Si lo resumimos, un cable de fibra óptica es mucho más que un hilo de vidrio:

  • Núcleo: transmite la luz.
  • Revestimiento óptico: mantiene la señal en su camino.
  • Revestimiento primario: protege contra daños leves.
  • Refuerzo mecánico: aporta resistencia y durabilidad.
  • Cubierta externa: lo protege del entorno.

Gracias a esta combinación, la fibra óptica se ha convertido en el estándar de oro de las telecomunicaciones, permitiendo conexiones rápidas, estables y seguras en cualquier lugar del mundo.

En Fibritelia, no solo instalamos fibra óptica: construimos la infraestructura que permite a empresas, hogares e industrias mantenerse conectados con el futuro.